sábado, 2 de septiembre de 2017

Artículo Nº 89 de nuestro Primer Libro

Escrito el año 2.010. 

Ruiz Bonilla Edgar y Ruiz Botello Edgar. “Terremoto en Haití y la Tectónica de Placas”. Artículo en el matutino “El Diario” del 26 de enero de 2.010. Página 2 del primer cuerpo. La Paz-Bolivia-Sudamérica.
Ruiz Bonilla Edgar y Ruiz Botello Edgar. “Terremoto en Haití y la Tectónica de Placas”. Fotografía en el matutino “El Diario” del 26 de enero de 2.010. Página 2 del primer cuerpo. La Paz-Bolivia-Sudamérica.

Terremoto en Haití y la Tectónica de Placas

 Autores: Ing. Geólogo Edgar Ruiz Bonilla y Dr. Edgar Ruiz Botello.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.

Introducción: La existencia de terremotos, maremotos, formación de cordilleras y el vulcanismo, tienen relación con una nueva teoría, la “Tectónica de Placas”, la misma que tuvo como base la “Isostasia” y la “Deriva de los Continentes”. La “Tectónica de Placas” puede proporcionar en la actualidad, una explicación lógica de la mayor parte de los fenómenos fundamentales de la Geología y de la Geofísica.
         Actualmente, sabemos que nuestro planeta Tierra, está formado estructuralmente por un núcleo (semejante a la pepa de un durazno), por el manto (parecida a la pulpa) y la corteza (análoga a la cáscara). Siendo la corteza la parte más delgada y susceptible a rupturas o fracturas, que favorecen a los fenómenos sismológicos y vulcanológicos.  
Fue en 1.912 que Alfredo Wegener propuso al mundo científico la idea, después tan célebre, de la “Deriva de los Continentes”. Wegener examinando la distribución de los continentes, observó que la correspondencia entre el contorno de las costas de continentes hoy muy alejados, era tal, que los mismos debieron formar antiguamente una sola masa. El inmenso continente originario recibía el nombre de Pangea, mientras que se llamaba a su parte norte Laurasia y a su parte sur Gondwana. Así América del Sur estaba unida al África, con una perfecta concordancia de la parte este del Brasil con la parte oeste del África y, actualmente se encuentran separados por la “Deriva Continental”.
Los científicos que estudiaban el magnetismo terrestre, llegaron a la conclusión de que los continentes tenían que haber sufrido efectivamente la “Deriva” propuesta por Wegener.
         La hipótesis de Wegener fue abandonada, para posteriormente ser actualizada y, de esta manera se asiste al comienzo de una nueva era de las ciencias de la Tierra. Los geofísicos emprendieron entonces investigaciones paleomagnéticas en muchos continentes. En la mayoría de los casos, se obtuvieron resultados que estaban de acuerdo con la hipótesis de Wegener, de manera que hoy en día quedan pocos científicos que se oponen a la “Deriva de los Continentes”.
Tectónica de Placas: Una vez aceptada la “Isostasia” y la “Deriva Continental”, estas ideas progresaron aún más, al considerar que la corteza de la Tierra, la “litosfera” se dividía en 12 placas, como mosaicos irregulares y de diferentes tamaños. Dichas placas son: Norteamericana (NA), Sudamericana (SA), Euroasiática (EA), Indo-Australiana (IA), Cocos (C), Caribiana (CA), de Filipinas (FI), Antártica (AN), Africana (AF), Nazca (N), del Pacífico (P) y Arábiga (AR). Las 12 placas se mueven libremente una con relación a la otra, de tres maneras:
- Primer caso: Una placa se desliza pasando frente a la otra a lo largo de su borde. Este es el caso de la famosa “Falla de San Andrés” en el oeste de Norte América. Esta falla es una gigantesca ruptura que va a lo largo de la costa pacífica de América del Norte, desde el Golfo de California hasta el norte de San Francisco. Se sabe que su actividad sísmica es intensa y se ha producido siempre y sigue produciéndose en una dirección dada. Es decir, que los movimientos tienen su expresión en la superficie de la tierra por el movimiento a lo largo de fallas.  
- Segundo caso: Dos placas se mueven alejándose mutuamente, tal es el caso de los lomos oceánicos, que dan lugar a la separación de Sudamérica y África a lo largo de la dorsal del Océano Atlántico.
- Tercer caso: Dos placas se mueven en tal forma que una se desliza debajo de la otra, este es el tercer tipo de movimiento que tiene su acción en las profundas trincheras oceánicas, donde el borde de una placa se mueve hacia abajo con respecto a la otra y desaparece en el manto. Este proceso se conoce como “subducción”, es decir que los continentes “cabalgan” sobre la placa subyacente, este es el caso de las placas Indo-Australiana, Africana, Euroasiática, Norteamericana, Sudamericana y de Nazca, que en este último ejemplo dio lugar a la formación de la Cordillera de Los Andes.
Terremotos y maremotos: Cuando existe una interacción entre dos o más placas tectónicas, producto de esta interacción se produce un gran desprendimiento de energía, que da lugar a los terremotos, maremotos y la formación de las cordilleras (Los Andes, Los Alpes e Himalaya). El punto de origen de un terremoto se denomina “hipocentro”, cuya proyección vertical en la superficie terrestre se denomina “epicentro”, teniendo un efecto devastador en los puntos cercanos a estos, dependiendo de la profundidad y del material que se encuentra por encima del hipocentro. Cuando el “epicentro” se encuentra en los continentes se llama terremoto y cuando dicho “epicentro” se halla en el mar se denomina maremoto produciéndose tsunamis (grandes olas).
En la zona del Caribe existen las placas Caribiana y la de Cocos, que tienen interacción con diferentes placas adyacentes, lo que hace que la zona caribeña esté expuesta a innumerables movimientos sísmicos.
Para medir la “magnitud” de un sismo, se utiliza la escala de Richter, que nos da el valor de la energía liberada por los terremotos, medida con instrumentos llamados sismógrafos. La escala comprende de 1 a 10. Cada paso ascendente representa una amplitud que es 10 veces mayor que la del inmediato inferior. La mayoría de los sismos son de tan baja magnitud, que los seres humanos no los detectamos. Hasta ahora no se ha medido ningún sismo de magnitud 9, aunque se estima que pudo alcanzarse en el terremoto de Lisboa de 1.755 y el tsunami del sudeste asiático de 2.004.
Fuera de la escala de Richter, existe la escala de Mercalli, que mide la “intensidad” de los movimientos sísmicos y, que no se basa en los registros sismográficos, sino en el daño efectuado en las estructuras y en la sensación percibida por la gente. En Bolivia el Observatorio de San Calixto registra los movimientos sísmicos.
En el transcurso del tiempo, se produjeron grandes terremotos como ser el de Lisboa (1.531), Shaanxi-China (1.556, con 800.000 fallecidos) y tsunamis de gran importancia como el que ocurrió en diciembre de 2.004 en el sudeste asiático (Indonesia, Sri Lanka y otras regiones) con más de 200.000 fallecidos. En Bolivia sobresalen los siguientes: El de Consata (Provincia Larecaja del departamento de La Paz) con 6,4 (1.947) y Aiquile, Totora y Mizque (Cochabamba) con 5,9 (1.998).
El martes 12 de enero de 2.010 se produjo un terremoto en Haití, con una magnitud de 7,3 en la escala de Richter, con un hipocentro muy profundo, con epicentro cerca de su capital, Puerto Príncipe, con varias réplicas (sacudidas), comprendidas entre 5,9 y 6,3, existiendo más de 100.000 fallecidos y 3 millones de damnificados. Se debe añadir que Haití tiene aproximadamente 10 millones de habitantes y una superficie de 27.750 Km2 (cuarta parte del departamento de La Paz) existiendo un gran hacinamiento. En la actualidad 208 soldados bolivianos (“cascos azules”), componentes de la ONU, se hallan en Haití.
También no ha sido de extrañar que después del terremoto de Haití se produjeron otros sismos en la Argentina, Chile y Bolivia, cuyos orígenes son diferentes y se engendraron por la interacción de las placas de Nazca y la Sudamericana.
Conclusiones y sugerencias: Debido a la interacción de las placas tectónicas se producen los terremotos y maremotos, debido a que dichas colisiones producen desprendimiento de energía.
Los efectos son más devastadores y notables, en las zonas más pobres.
En nuestro planeta Tierra existen zonas más susceptibles a los movimientos sísmicos, como son el “Cinturón de Fuego del Pacífico” (que abarca desde Chile por toda la Cordillera de Los Andes, hasta Alaska, Japón, Filipinas y el sudeste asiático), la zona del Caribe, la del Mar Mediterráneo, Turquía, etc.
Debido a la destrucción casi total de la capital haitiana, Puerto Príncipe, se debe reconstruir dicha ciudad con edificaciones antisísmicas, técnica en la que los japoneses son expertos, dichas edificaciones deben localizarse lejos de las costas para prevenir la acción de los maremotos.   
lanchamon@outlook.es
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