sábado, 2 de septiembre de 2017

Artículo Nº 95 de nuestro Primer Libro

Escrito el año 2.010. 

Ruiz Botello Edgar. “Piezas arqueológicas en Sorata”. Artículo en el matutino “El Diario” del 16 de marzo de 2.010. Suplemento Nuevos Horizontes. Páginas 5 y 6. La Paz-Bolivia-Sudamérica.
Ruiz Botello Edgar. “Piezas arqueológicas en Sorata”. Fotografías en el matutino “El Diario” del 16 de marzo de 2.010. Suplemento Nuevos Horizontes. Páginas 5 y 6. La Paz-Bolivia-Sudamérica.

Piezas arqueológicas en Sorata

Autor: Dr. Edgar Ruiz Botello.
Médico Cirujano, Egresado de Ingeniería Agronómica. Ex Catedrático de la carrera de Ingeniería Industrial de la UMSA. Ex Consultor de Naciones Unidas. Investigador, Analista, Columnista y Escritor.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.

Dentro de las diferentes visitas realizadas a las provincias paceñas, el autor tuvo la grata satisfacción de conocer en la localidad de Sorata (provincia Larecaja), a quien simplemente con mucho aprecio, denominaremos como “licenciado Don Tomás”, un profesional arqueólogo potosino, quien radica y trabaja desde hace tres años atrás en los alrededores de la localidad de Sorata, en el departamento de La Paz-Bolivia.
El mencionado profesional tuvo la gentileza de mostrarnos, en las últimas semanas, una “pintura rupestre”, de aproximadamente 2 x 1 metros, pintada sobre una de las caras planas (cara que mira hacia abajo), de una enorme masa rocosa (cuarcita) de coloración rojiza, de aproximadamente 5 metros de diámetro, la cual se halla depositada sobre una pendiente de 45 grados de inclinación, en una huerta de granadillas.
Para el autor fue algo emocionante, porque era la primera vez que observaba “in situ” y en directo una “pintura rupestre”.
La pintura se localiza en el terreno del señor Teodocio Mamani, en la falda del cerro Iminapi, lugar conocido como Takekala, comunidad Tutuacaja, Subcentral San Pedro, cantón Laripata, Primera Sección Municipal de la provincia Larecaja del departamento de La Paz, Bolivia. Se halla a aproximadamente 3 kilómetros al norte de la localidad de Sorata, camino a las cuevas, en la parte media del denominado cerro Iminapi (tesoro escondido), en la margen derecha del río San Cristóbal a 200 metros de altura sobre el mencionado río, encima de las denominadas “cuevas”.
La pintura tiene figuras antropomorfas (similares a hombres) y zoomorfas (parecidas a animales). Los hombres al parecer tienen en sus manos, uno un mazo y otro un hacha, una cruz o tres dedos gigantes. Asimismo presenta figuras similares a un Sol y tres cruces. Dentro de las figuras zoomorfas, existen animales parecidos a llamas y otros a canes.
Claro que, como se le manifestó al “licenciado Don Tomás”, siempre deberemos recurrir en primera instancia al “método científico” y así de entrada tendríamos dos hipótesis, en este caso la primera sería la “hipótesis nula” y formularía “la pintura rupestre no tiene valor” y la segunda sería la “hipótesis alterna” la cual enunciaría “la pintura rupestre es de un gran valor”.
Es así pues, que el autor, con estas líneas, solo cumple con el deber de informar a la opinión pública, sobre la pintura rupestre, hallazgo realizado en primera instancia por los propietarios del terreno y luego verificada por el “licenciado Don Tomás”. Posteriormente, el tratamiento del tema, a partir de estas diferentes acciones, es solo pues, responsabilidad de las diferentes autoridades del área arqueológica y otros organismos de ayuda internacional, los cuales deberán tratar de realizar la verificación correspondiente, ayudados de un experto en el tema, para estudiar el valor de la pintura rupestre, trabajo que se podría designar como una “certificación legal”, y si llegase a tener valor, realizar la protección respectiva del lugar con malla olímpica (10 metros lineales).
La “certificación” ayudaría a la realización de un “trabajo turístico serio”, que mostraría al visitante solo piezas originales y certificadas por personal calificado.
Por demás está señalar que en el caso que resultase ser auténtica, representará un gran atractivo turístico para la zona, con la respectiva generación de recursos económicos y empleos.
Asimismo, se debe poner de relieve que en el cerro Iminapi, especialmente en la parte alta, existen gran cantidad de restos arqueológicos, en este caso cerámicas grabadas, que se podrían correlacionar, al parecer del “licenciado Don Tomás”, con las culturas chiripa en algunos casos y mollo en otros.
lanchamon@outlook.es
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