Artículo Nº 95 de
nuestro Primer Libro
Escrito el año
2.010.
Ruiz Botello Edgar. “Piezas arqueológicas en Sorata”. Artículo en el
matutino “El Diario” del 16 de marzo de 2.010. Suplemento Nuevos Horizontes.
Páginas 5 y 6. La Paz-Bolivia-Sudamérica.
Ruiz Botello Edgar. “Piezas arqueológicas en Sorata”. Fotografías en el
matutino “El Diario” del 16 de marzo de 2.010. Suplemento Nuevos Horizontes.
Páginas 5 y 6. La Paz-Bolivia-Sudamérica.
Piezas arqueológicas
en Sorata
Autor: Dr. Edgar Ruiz Botello.
Médico Cirujano, Egresado de Ingeniería Agronómica. Ex
Catedrático de la carrera de Ingeniería Industrial de la UMSA. Ex Consultor de
Naciones Unidas. Investigador, Analista, Columnista y
Escritor.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William
Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.
Dentro de las
diferentes visitas realizadas a las provincias paceñas, el autor tuvo la grata
satisfacción de conocer en la localidad de Sorata (provincia Larecaja), a quien
simplemente con mucho aprecio, denominaremos como “licenciado Don Tomás”, un
profesional arqueólogo potosino, quien radica y trabaja desde hace tres años
atrás en los alrededores de la localidad de Sorata, en el departamento de La
Paz-Bolivia.
El mencionado
profesional tuvo la gentileza de mostrarnos, en las últimas semanas, una
“pintura rupestre”, de aproximadamente 2 x 1 metros, pintada sobre una de las
caras planas (cara que mira hacia abajo), de una enorme masa rocosa (cuarcita)
de coloración rojiza, de aproximadamente 5 metros de diámetro, la cual se halla
depositada sobre una pendiente de 45 grados de inclinación, en una huerta de
granadillas.
Para el autor fue
algo emocionante, porque era la primera vez que observaba “in situ” y en
directo una “pintura rupestre”.
La pintura se
localiza en el terreno del señor Teodocio Mamani, en la falda del cerro
Iminapi, lugar conocido como Takekala, comunidad Tutuacaja, Subcentral San
Pedro, cantón Laripata, Primera Sección Municipal de la provincia Larecaja del
departamento de La Paz, Bolivia. Se halla a aproximadamente 3 kilómetros al
norte de la localidad de Sorata, camino a las cuevas, en la parte media del
denominado cerro Iminapi (tesoro escondido), en la margen derecha del río San
Cristóbal a 200 metros de altura sobre el mencionado río, encima de las
denominadas “cuevas”.
La pintura tiene
figuras antropomorfas (similares a hombres) y zoomorfas (parecidas a animales).
Los hombres al parecer tienen en sus manos, uno un mazo y otro un hacha, una
cruz o tres dedos gigantes. Asimismo presenta figuras similares a un Sol y tres
cruces. Dentro de las figuras zoomorfas, existen animales parecidos a llamas y
otros a canes.
Claro que, como se
le manifestó al “licenciado Don Tomás”, siempre deberemos recurrir en primera
instancia al “método científico” y así de entrada tendríamos dos hipótesis, en
este caso la primera sería la “hipótesis nula” y formularía “la pintura
rupestre no tiene valor” y la segunda sería la “hipótesis alterna” la cual enunciaría
“la pintura rupestre es de un gran valor”.
Es así pues, que el
autor, con estas líneas, solo cumple con el deber de informar a la opinión
pública, sobre la pintura rupestre, hallazgo realizado en primera instancia por
los propietarios del terreno y luego verificada por el “licenciado Don Tomás”.
Posteriormente, el tratamiento del tema, a partir de estas diferentes acciones,
es solo pues, responsabilidad de las diferentes autoridades del área
arqueológica y otros organismos de ayuda internacional, los cuales deberán
tratar de realizar la verificación correspondiente, ayudados de un experto en
el tema, para estudiar el valor de la pintura rupestre, trabajo que se podría
designar como una “certificación legal”, y si llegase a tener valor, realizar la
protección respectiva del lugar con malla olímpica (10 metros lineales).
La “certificación”
ayudaría a la realización de un “trabajo turístico serio”, que mostraría al
visitante solo piezas originales y certificadas por personal calificado.
Por demás está
señalar que en el caso que resultase ser auténtica, representará un gran
atractivo turístico para la zona, con la respectiva generación de recursos
económicos y empleos.
Asimismo, se debe
poner de relieve que en el cerro Iminapi, especialmente en la parte alta,
existen gran cantidad de restos arqueológicos, en este caso cerámicas grabadas,
que se podrían correlacionar, al parecer del “licenciado Don Tomás”, con las
culturas chiripa en algunos casos y mollo en otros.
lanchamon@outlook.es
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