jueves, 17 de agosto de 2017

Artículo Nº 21 de nuestro Primer Libro
 
Escrito el año 2.007.

Ruiz Botello Edgar. “Nuestra alimentación”. Artículo en el matutino “El Diario” del 22 de agosto de 2.007. Página 3 del primer cuerpo. La Paz-Bolivia-Sudamérica.

Nuestra alimentación

Autor: Dr. Edgar Ruiz Botello.
Médico Cirujano, Egresado de Ingeniería Agronómica. Ex Catedrático de la carrera de Ingeniería Industrial de la UMSA. Ex Consultor de Naciones Unidas. Investigador, Analista, Columnista y Escritor.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.

En Bolivia existen 2 polos opuestos en cuanto se refiere a la alimentación, por un lado están algunos niños menores de 5 años, con diferentes grados de desnutrición (bajo peso y tamaño para su edad) y por el otro lado existen algunas personas mayores de 40 años con diferentes grados de obesidad (exceso de peso para su estatura); estos dos polos inclusive puede ser vistos en una misma familia.
Estos 2 extremos traen consecuencias que pueden llevar a la presencia de diferentes enfermedades, así se tienen en los niños la presencia de anemia e inmunodepresión ante la presencia de otras enfermedades (diarreas), las cuales pueden llevar a la muerte de gran parte de estos infantes. En los adultos (con predisposición genética) la obesidad es el gatillo que dispara el inicio de varias enfermedades como son la diabetes y agrava varias otras como la artritis reumatoidea, artrosis, predisposición a la presencia de cáncer de colon (alimentación con exceso de grasas) y propensión a infarto de miocardio (por obstrucción con grasa de la arteria coronaria que irriga el corazón), etc.
Analizando las causas de estos dos extremos seguramente nos encontramos, entre otras (como las económicas), con una falta de educación alimenticia, ésta debería ser impartida desde la niñez, en el hogar y en las escuelas, con políticas educativas adecuadas, en las tan mentadas “Reforma Educativa” y “Ley Educativa”, realizando la preparación adecuada de los maestros en las diferentes temáticas alimenticias (eliminando la propuesta de profesión libre con personal improvisado que no es más que un disparate).
Los padres deberían trasladar los fondos (dinero) erogados en chicharrones, fricasés, fritangas, thimpus, etc. a la compra de proteínas (huevos, queso, leche y carnes sin grasa, así como quinua, tarhui y habas) para la alimentación de sus niños menores de 5 años y adolescentes, los cuales necesitan alimentos formadores de tejido para su crecimiento y así dejar de ser un país de “chatos o bajitos”. Claro que el crecimiento de los niños debería ser apuntalado también con una política de apoyo al deporte a todo nivel para el desarrollo muscular y de otros tejidos de los niños. Asimismo se deberían aumentar las campañas de desparasitación intestinal periódicas para lograr la mejor absorción intestinal de los alimentos y conseguir aumentar el apetito de los niños. También se debería lograr aumentar el acceso de parte de la población al agua potable para eliminar una contaminación intestinal con parásitos; se debería aprender que el acceso al agua potable es un derecho de un ser humano y no un negocio de algunas transnacionales.
En esta educación alimenticia dada en los hogares, escuelas y medios de comunicación estatales, se debería poner de relieve la importancia de la alimentación con quinua, tarhui, pito de cañahua, habas, arvejas, el uso de tomates, pepinillos, lechugas, leche, huevos, queso, frutas, carnes sin grasa y pescados. Asimismo se debería poner de relieve el daño a la salud por el uso excesivo de alimentos con exceso de grasas como ser chicharrones, fricasés, thimpus, etc.
Se debería pensar en dejar la “dependencia mental” hacia el pan (dependencia que tanto daño causó en 1.983, con la UDP, en Bolivia con las colas por el pan), usando en el desayuno un estrellado de huevo, huevo pasado, un pedazo de queso, refresco con pito de cañahua, jugo de naranjas, jugo de plátano, zumo de zanahorias, yuca cocida y tostada, api casero, tostados de maíz, mote cocido, chivé, etc. con igual costo que un pan, pero con mayor cantidad de proteínas (aminoácidos utilizados en la construcción de tejidos para el crecimiento), vitaminas y minerales. También se debe utilizar en el almuerzo o la cena un “puti” de plátano, yuca cocida, “papa kati”, oca cocida, etc. con igual costo que un pan. Se debería apoyar la realización de huertos familiares domiciliarios para la producción de lechugas, cebollas, tomates y otros.
De esta manera, se podría llegar a la tan ansiada “desnutrición cero en menores de 5 años” y a la disminución de enfermedades debidas o agravadas por la obesidad (insuficiencia renal debida a la diabetes, etc.).
Como olvidar a la coca “ecológica” (sin pesticidas), que entre sus muchas aplicaciones, ha servido y sirve como alimento (“akulliku”) de mantenimiento a los conductores larga distancia, a los estudiantes universitarios para sus largas jornadas de estudio nocturno y otros.
Asimismo el Gobierno Central debería seguir con su política de que el ciudadano común y pobre pueda tener acceso a la proteína (carnes), como lo hace en la actualidad importando carne a falta de producción nacional barata. Por otro lado, se debería dotar (sin trámites burocráticos) a cada persona boliviana (sin discriminaciones) que así lo pida, siquiera con 13 hectáreas (1.098.581 Km2 / 9.000.000 habitantes), como máximo, de tierras fiscales (tierras económicamente inactivas en la actualidad) para la producción de su alimento (vivienda, cultivos y crianza de animales).
lanchamon@outlook.es

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