Artículo Nº 21 de nuestro Primer Libro
Escrito
el año 2.007.
Ruiz
Botello Edgar. “Nuestra alimentación”. Artículo en el matutino “El Diario” del
22 de agosto de 2.007. Página 3 del primer cuerpo. La Paz-Bolivia-Sudamérica.
Nuestra alimentación
Autor: Dr. Edgar Ruiz Botello.
Médico Cirujano, Egresado de Ingeniería Agronómica. Ex
Catedrático de la carrera de Ingeniería Industrial de la UMSA. Ex Consultor de
Naciones Unidas. Investigador, Analista, Columnista y
Escritor.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William
Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.
En Bolivia existen
2 polos opuestos en cuanto se refiere a la alimentación, por un lado están
algunos niños menores de 5 años, con diferentes grados de desnutrición (bajo
peso y tamaño para su edad) y por el otro lado existen algunas personas mayores
de 40 años con diferentes grados de obesidad (exceso de peso para su estatura);
estos dos polos inclusive puede ser vistos en una misma familia.
Estos 2 extremos
traen consecuencias que pueden llevar a la presencia de diferentes
enfermedades, así se tienen en los niños la presencia de anemia e
inmunodepresión ante la presencia de otras enfermedades (diarreas), las cuales
pueden llevar a la muerte de gran parte de estos infantes. En los adultos (con
predisposición genética) la obesidad es el gatillo que dispara el inicio de
varias enfermedades como son la diabetes y agrava varias otras como la artritis
reumatoidea, artrosis, predisposición a la presencia de cáncer de colon
(alimentación con exceso de grasas) y propensión a infarto de miocardio (por
obstrucción con grasa de la arteria coronaria que irriga el corazón), etc.
Analizando las causas de estos dos extremos seguramente nos
encontramos, entre otras (como las económicas), con una falta de educación
alimenticia, ésta debería ser impartida desde la niñez, en el hogar y en las
escuelas, con políticas educativas adecuadas, en las tan mentadas “Reforma
Educativa” y “Ley Educativa”, realizando la preparación adecuada de los
maestros en las diferentes temáticas alimenticias (eliminando la propuesta de
profesión libre con personal improvisado que no es más que un disparate).
Los padres deberían trasladar los fondos (dinero) erogados en
chicharrones, fricasés, fritangas, thimpus, etc. a la compra de proteínas
(huevos, queso, leche y carnes sin grasa, así como quinua, tarhui y habas) para
la alimentación de sus niños menores de 5 años y adolescentes, los cuales
necesitan alimentos formadores de tejido para su crecimiento y así dejar de ser
un país de “chatos o bajitos”. Claro que el crecimiento de los niños debería
ser apuntalado también con una política de apoyo al deporte a todo nivel para
el desarrollo muscular y de otros tejidos de los niños. Asimismo se deberían
aumentar las campañas de desparasitación intestinal periódicas para lograr la
mejor absorción intestinal de los alimentos y conseguir aumentar el apetito de
los niños. También se debería lograr aumentar el acceso de parte de la
población al agua potable para eliminar una contaminación intestinal con
parásitos; se debería aprender que el acceso al agua potable es un derecho de
un ser humano y no un negocio de algunas transnacionales.
En esta educación alimenticia dada en los hogares, escuelas y medios de
comunicación estatales, se debería poner de relieve la importancia de la
alimentación con quinua, tarhui, pito de cañahua, habas, arvejas, el uso de
tomates, pepinillos, lechugas, leche, huevos, queso, frutas, carnes sin grasa y
pescados. Asimismo se debería poner de relieve el daño a la salud por el uso
excesivo de alimentos con exceso de grasas como ser chicharrones, fricasés,
thimpus, etc.
Se debería pensar en dejar la “dependencia mental” hacia el pan
(dependencia que tanto daño causó en 1.983, con la UDP, en Bolivia con las
colas por el pan), usando en el desayuno un estrellado de huevo, huevo pasado,
un pedazo de queso, refresco con pito de cañahua, jugo de naranjas, jugo de
plátano, zumo de zanahorias, yuca cocida y tostada, api casero, tostados de
maíz, mote cocido, chivé, etc. con igual costo que un pan, pero con mayor
cantidad de proteínas (aminoácidos utilizados en la construcción de tejidos
para el crecimiento), vitaminas y minerales. También se debe utilizar en el
almuerzo o la cena un “puti” de plátano, yuca cocida, “papa kati”, oca cocida,
etc. con igual costo que un pan. Se debería apoyar la realización de huertos
familiares domiciliarios para la producción de lechugas, cebollas, tomates y
otros.
De esta manera, se podría llegar a la tan ansiada “desnutrición cero en
menores de 5 años” y a la disminución de enfermedades debidas o agravadas por
la obesidad (insuficiencia renal debida a la diabetes, etc.).
Como olvidar a la coca “ecológica” (sin pesticidas), que entre sus
muchas aplicaciones, ha servido y sirve como alimento (“akulliku”) de
mantenimiento a los conductores larga distancia, a los estudiantes
universitarios para sus largas jornadas de estudio nocturno y otros.
Asimismo el Gobierno Central debería seguir con su política de que el
ciudadano común y pobre pueda tener acceso a la proteína (carnes), como lo hace
en la actualidad importando carne a falta de producción nacional barata. Por
otro lado, se debería dotar (sin trámites burocráticos) a cada persona
boliviana (sin discriminaciones) que así lo pida, siquiera con 13 hectáreas
(1.098.581 Km2 / 9.000.000 habitantes), como máximo, de tierras
fiscales (tierras económicamente inactivas en la actualidad) para la producción
de su alimento (vivienda, cultivos y crianza de animales).
lanchamon@outlook.es
www.ensayosedgarruiz.blogspot.com
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