jueves, 17 de agosto de 2017

Artículo Nº 28 de nuestro Primer Libro

Escrito el año 2.007.

Ruiz Botello Edgar. “Exportación e importación de alimentos”. Artículo en el matutino “El Diario” del 20 de noviembre de 2.007. Página 3 del primer cuerpo. La Paz-Bolivia-Sudamérica.

Exportación e importación de alimentos

Autor: Dr. Edgar Ruiz Botello.
Médico Cirujano, Egresado de Ingeniería Agronómica. Ex Catedrático de la carrera de Ingeniería Industrial de la UMSA. Ex Consultor de Naciones Unidas. Investigador, Analista, Columnista y Escritor.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.

En la dinámica productiva de un país, siempre se tienden a buscar mercados externos de exportación para lograr aumentar la captación de divisas y la creación de fuentes de empleo internamente. Asimismo un país trata de reducir las importaciones, buscando el autoabastecimiento (para la satisfacción de las necesidades poblacionales principalmente) y así también disminuir el gasto de divisas. La búsqueda de mercados externos es difícil porque se tiene que competir con otros productos de otros países en cuanto se refiere a calidad, precios, costos de producción, distancia a los mercados, etc. De la misma manera, se tienen que pagar impuestos para lograr ingresar a otros países, los mismos que son altos, porque cada estado realiza la protección de su producción interna. Por último el producto tiene que tener una determinada demanda para poder venderlo en el menor tiempo posible y al mejor precio dable. En lo que se refiere al “arancel cero” impuesto en Bolivia, para varios productos alimenticios, éste merece algunos análisis. El precio del producto alimenticio en el país de origen debe ser más bajo en relación al precio en el país de destino (en el caso actual boliviano), caso contrario deberá existir una subvención vale decir que la diferencia de precios deberá ser pagada por el estado boliviano, gastando el dinero de las arcas nacionales, dinero que podría ser invertido en la creación de unidades productivas, logrando la generación de empleo, mejorando la calidad de vida (vivienda, alimentación, salud, educación, etc.) de los habitantes. Lo que debería hacerse en esta coyuntura económica del país es aprovechar la subida de los precios de los alimentos a nivel mundial (ahora y en los años venideros), buscando mercados de exportación “legales” (y no de contrabando), para una salida correcta de los alimentos, claro que para esto, debería haberse aumentado la producción de alimentos a nivel nacional, mínimo hacia un año atrás. De estas exportaciones seguramente se obtendrían ganancias de diferente magnitud, y así sería pues aceptable económicamente, tener abastecido al mercado interno con precios relativamente bajos, favoreciendo a las familias de compradores pobres (combate de la desnutrición en el país), precios bajos que deberían ser controlados por municipios y otros como se lo realiza en la actualidad evitando el agio y la especulación. La publicación de los diferentes precios de los productos en las diferentes “manos” (cadena de producción, vale decir mayoristas, intermediarios y minoristas) debería ser divulgada a nivel nacional, para poder reconocer fácilmente el instante en que se ingresa al agio y la especulación. Si los diferentes actores no aceptasen el mantener sus precios bajos se ingresaría en la importación de alimentos (como ya se lo hace en la actualidad), que a la larga destruiría el aparato productivo nacional de alimentos (pequeños, medianos y grandes agropecuarios) y se ingresaría en una dependencia alimenticia peligrosa. En este punto vale realizar una comparación, por ejemplo, con el Tratado de Libre Comercio (TLC), con este tratado lo que podría haber pasado es que hubiesen ingresado alimentos (importación) a bajo precio, muy subvencionados por los gobiernos de los países desarrollados por un tiempo determinado (con mejor tecnología de producción barata), destruyendo el aparato agropecuario pequeño, mediano y grande de los países subdesarrollados, receptores de los alimentos importados, ocasionando a la larga una dependencia alimenticia del exterior, comparable a la dependencia alimenticia hacia el trigo (pan), porque a nivel nacional ya no convendría sembrar productos agrícolas ni criar animales porque los precios serían bajísimos (en el caso del TLC). Claro que esta importación se lograría  con el uso de gran cantidad de divisas, obtenidas en Bolivia, coyunturalmente (el gas no es eterno), principalmente con la exportación de gas (sin gas se tendrían que crear impuestos), divisas que podrían ser utilizadas en la creación de otras unidades productivas sostenibles y generadoras de empleo. Por otro lado, cabe realizar en este punto, el análisis sobre la tenencia de la tierra, porque con la dotación máxima de 50 hectáreas a cada familia boliviana a nivel nacional, éstas podrían producir sus alimentos, pasando de la actividad agropecuaria extensiva a la intensiva (aprovechamiento de la productividad del terreno al metro) generando fuentes de empleo. También a falta de aceite barato en los mercados nacionales, se debería ver la posibilidad técnica de incluir la creación de una pequeña fábrica de aceite, en el Proyecto Agroindustrial San Buenaventura, en el departamento de La Paz, a realizarse a la brevedad posible. 
lanchamon@outlook.es
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