Artículo
Nº 28 de nuestro Primer Libro
Escrito el año
2.007.
Ruiz Botello Edgar. “Exportación e
importación de alimentos”. Artículo en el matutino “El Diario” del 20 de
noviembre de 2.007. Página 3 del primer cuerpo. La Paz-Bolivia-Sudamérica.
Exportación e importación de
alimentos
Autor: Dr. Edgar Ruiz Botello.
Médico Cirujano, Egresado de Ingeniería Agronómica. Ex
Catedrático de la carrera de Ingeniería Industrial de la UMSA. Ex Consultor de
Naciones Unidas. Investigador, Analista, Columnista y
Escritor.
Edición y revisión: Egresado de Psicología William
Marcelo Ruiz Botello y Egresado de Derecho Marwin Eduardo Ruiz Botello.
En la dinámica
productiva de un país, siempre se tienden a buscar mercados externos de
exportación para lograr aumentar la captación de divisas y la creación de
fuentes de empleo internamente. Asimismo un país trata de reducir las
importaciones, buscando el autoabastecimiento (para la satisfacción de las
necesidades poblacionales principalmente) y así también disminuir el gasto de
divisas. La búsqueda de mercados externos es difícil porque se tiene que
competir con otros productos de otros países en cuanto se refiere a calidad,
precios, costos de producción, distancia a los mercados, etc. De la misma
manera, se tienen que pagar impuestos para lograr ingresar a otros países, los
mismos que son altos, porque cada estado realiza la protección de su producción
interna. Por último el producto tiene que tener una determinada demanda para
poder venderlo en el menor tiempo posible y al mejor precio dable. En lo que se
refiere al “arancel cero” impuesto en Bolivia, para varios productos
alimenticios, éste merece algunos análisis. El precio del producto alimenticio
en el país de origen debe ser más bajo en relación al precio en el país de
destino (en el caso actual boliviano), caso contrario deberá existir una
subvención vale decir que la diferencia de precios deberá ser pagada por el
estado boliviano, gastando el dinero de las arcas nacionales, dinero que podría
ser invertido en la creación de unidades productivas, logrando la generación de
empleo, mejorando la calidad de vida (vivienda, alimentación, salud, educación,
etc.) de los habitantes. Lo que debería hacerse en esta coyuntura económica del
país es aprovechar la subida de los precios de los alimentos a nivel mundial
(ahora y en los años venideros), buscando mercados de exportación “legales” (y
no de contrabando), para una salida correcta de los alimentos, claro que para
esto, debería haberse aumentado la producción de alimentos a nivel nacional,
mínimo hacia un año atrás. De estas exportaciones seguramente se obtendrían
ganancias de diferente magnitud, y así sería pues aceptable económicamente,
tener abastecido al mercado interno con precios relativamente bajos,
favoreciendo a las familias de compradores pobres (combate de la desnutrición
en el país), precios bajos que deberían ser controlados por municipios y otros
como se lo realiza en la actualidad evitando el agio y la especulación. La
publicación de los diferentes precios de los productos en las diferentes
“manos” (cadena de producción, vale decir mayoristas, intermediarios y
minoristas) debería ser divulgada a nivel nacional, para poder reconocer
fácilmente el instante en que se ingresa al agio y la especulación. Si los
diferentes actores no aceptasen el mantener sus precios bajos se ingresaría en
la importación de alimentos (como ya se lo hace en la actualidad), que a la
larga destruiría el aparato productivo nacional de alimentos (pequeños,
medianos y grandes agropecuarios) y se ingresaría en una dependencia
alimenticia peligrosa. En este punto vale realizar una comparación, por
ejemplo, con el Tratado de Libre Comercio (TLC), con este tratado lo que podría
haber pasado es que hubiesen ingresado alimentos (importación) a bajo precio,
muy subvencionados por los gobiernos de los países desarrollados por un tiempo
determinado (con mejor tecnología de producción barata), destruyendo el aparato
agropecuario pequeño, mediano y grande de los países subdesarrollados,
receptores de los alimentos importados, ocasionando a la larga una dependencia
alimenticia del exterior, comparable a la dependencia alimenticia hacia el
trigo (pan), porque a nivel nacional ya no convendría sembrar productos
agrícolas ni criar animales porque los precios serían bajísimos (en el caso del
TLC). Claro que esta importación se lograría
con el uso de gran cantidad de divisas, obtenidas en Bolivia,
coyunturalmente (el gas no es eterno), principalmente con la exportación de gas
(sin gas se tendrían que crear impuestos), divisas que podrían ser utilizadas
en la creación de otras unidades productivas sostenibles y generadoras de
empleo. Por otro lado, cabe realizar en este punto, el análisis sobre la
tenencia de la tierra, porque con la dotación máxima de 50 hectáreas a cada
familia boliviana a nivel nacional, éstas podrían producir sus alimentos,
pasando de la actividad agropecuaria extensiva a la intensiva (aprovechamiento
de la productividad del terreno al metro) generando fuentes de empleo. También
a falta de aceite barato en los mercados nacionales, se debería ver la
posibilidad técnica de incluir la creación de una pequeña fábrica de aceite, en
el Proyecto Agroindustrial San Buenaventura, en el departamento de La Paz, a
realizarse a la brevedad posible.
lanchamon@outlook.es
www.ensayosedgarruiz.blogspot.com
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